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La Travesía

lunes, 11 de junio de 2012

TRAVESÍA SUPERCONJUNTADA DE PORTUGAL, DECIMOTERCERA PARTE (y V)  
Día 3 : Lourinhã - Peniche

Seguimos con las andanzas. Salí de Lourinhã y lo primero que hice fue perderme (uy, he tenido un deja vu, estaréis pensando). Bueno, en este caso concreto era solo porque tenía una enorme ciudad justo delante mía que no venía en el mapa, bah, pequeños detalles, nada, al final resultó ser un pequeño pueblo que había crecido a proporciones monstruosas,
                            
 Praia da Areia Branca, se llama, y la verdad es que allí tuve una experiencia un tanto especial...
 … Crucé el pueblo-ciudad buscando un sitio para desayunar, pero todavía no eran las 9 de la mañana y estaba todo cerrado. Tenía por delante un camino por los acantilados y luego una carretera en medio del campo antes de llegar al siguiente pueblo, unos 4 kilómetros en total antes de ver a otro ser viviente (o bar viviente), así que si encontraba ahora donde desayunar mucho mejor, si no tendría que echar mano a mis víveres (maltesers, son geniales y además no pesan nada). Ya llegaba a las últimas casas del pueblo y las dejé atrás y no había más bares, ya no había nada, solo un mirador y el caminito solitario bordeando los acantilados, que se perdía en la distancia.


Y a esto veo un hombre que había parado su coche en el mirador y estaba allí de pie en el borde, viendo las vistas. O… no sé. Yo solo lo miré un par de segundos pero había algo raro en ese hombre. Ni sé decir por qué, intuición femenina, la actitud, la postura, donde tenía las manos quizás o como me miró… no sé, pero no me fiaba ni un pelo de ese individuo solitario en ese paraje solitario, él con su coche, yo con mis… piernas. Y allí empezó el dilema, ¿ahora voy a lanzarme sola a ese camino por los acantilados cuando este sujeto podría seguirme con su coche, y nadie, nadie en los alrededores para darse cuenta? Claro, podría no ser un tío raro. Podría ser un tío normal y que yo me lo estoy imaginando. Pero no iba a estar tranquila hasta que se largara de allí en la dirección opuesta… y ni así.


Me adentré en el camino, sólo los primeros pasos y algo indecisa, y a esto oí un coche que venía despacio detrás mía, me adelantó, sí, era el suyo, un coche blanco, entró unos metros en un caminito que salía a la derecha del camino principal y allí se quedó, parado. Como esperándome.


Ya había visto suficiente. Me di la vuelta y volví al pueblo. Donde desayuné estupendamente y perdí de vista al tío raro. Todo el episodio me pareció algo siniestro. Saqué los mapas e investigué a ver si había un camino alternativo para llegar a donde iba. Afortunadamente, lo había… la carretera principal… pues ya está… 
 Me sentía aliviada y feliz de haberme escapado de las garras del hombre perverso (muy malo, depravado, dice en mi diccionario de sinónimos) y hala, a empezar de nuevo el camino por una ruta menos espectacular y playero pero más seguro, de eso no hay ninguna duda…


Hasta que media hora más tarde se produce una especie de réplica muy surrealista, una curiosa reproducción al revés de la misma escena. Esta vez es una furgoneta marrón y no un coche blanco. Noté que justo después de pasarme en la carretera la furgoneta ralentizó y se metió en un camino que salía de la carretera principal, a la izquierda en este caso, no a la derecha. Parecía que iba a perderse de vista esta vez pero no, esperó un rato, se dio media vuelta y salió otra vez del camino, pero con la velocidad que llevaba yo ya había pasado, y no me cortó el paso. Pero seguía moviéndose muy lento y me levantaba toda clase de sospechas. Paró unos metros más adelante y en ese momento vi un brazo salir de la furgoneta (no le vi la cara) y el conductor dio un grito de si quiero una boleia (eso significa que si me lleva). Ah… por eso era… estas cosas me han pasado muchas veces, siempre es gente muy simpática y les digo que no y ya está, si eso les explico lo que estoy haciendo, que tengo que ir a pie… normalmente lo hacen sin tanto parar, esperar y observar, pero si de eso se trataba, vale. Le señalé con la mano que no gracias y la furgoneta siguió su camino…


… hasta que unos metros más allá se dio la vuelta y empezó a volver por mi lado de la carretera, con la intención de pasar a mi lado. Y eso me dio muy mala espina. No había alma viviente a la vista, por muy carretera principal que fuera. Y pensé que no, que este no va a parar a mi lado. Que no, que no. Inmediatamente crucé la carretera. Y funcionó. Se fue y no volvió. Volvería al pueblo. Muy raro, todo esto, muy raro…
 Y sin más sobresaltos (aunque pensando que hoy era el Día Internacional del Tío Raro y si lo sé no vengo hoy…) llegué a la municipalidad de Peniche, que era donde se suponía que iba…
 … y al pueblo de Atouguia da Baleia, que me pareció un pueblo muy simpático, y muy bonito,
 y tenía algo muy especial ese pueblo, y justo allí salió el sol,
 y 5 km más allá estaba la ciudad de Peniche. Y antes de llegar a Peniche (mucho antes, demasiado antes) mi hotel. Últimamente mis hoteles siempre vienen precedidos por un caballo pastando, así que cuando veo el caballo sé que estoy cerca.
 Peniche se parece un poco a Cádiz y entre otras cosas (las que pude ver con tanto cansancio) tiene esta siniestra fortaleza donde se recluía a los prisioneros políticos en la época de Salazar. Ahora es un museo donde mis horarios (siestas etc.) no me permitieron entrar, como casi siempre con cualquier cosa que tiene un horario, pero seguramente merece la pena para seguir la crónica del horror e informarse, es interesante el tema. Como curiosidad, la fortaleza tiene su propia playita,
asquerosa, maloliente, de aguas verdosas y dando a un túnel, y creo que ni los presos querrían ponerse allí a tomar el sol. ¡Puuagh!

7 comentarios:

  1. Ves, esas formas de actuar son las que me ponen más nerviosa. Claro, yo hago lo mismo, doy la media vuelta y ahí te quedas esperando, pero me crean mucha desconfianza.
    Bueno, lo importante es que todo salió bien y cubriste otra etapa.

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  2. Si la aventura del tranvía parecía sacada de una película de terror, esto último se acerca más a la realidad. Por eso me dan miedo tus "largos paseos". Hay mucha "mala hierba" por el mundo y tú eres una chica guapa a la que ven sola.
    Otra cosa más, un consejo que,evidentemente, puedes seguir o no. Si continuas con tu "aventura", nunca publiques tu partida, espera a hacer el recorrido y luego,si quieres,nos lo cuentas.Que nadie sepa de antemano cuando vas a estar viajando sola,no vaya a ser que alguien te lea y te prepare una emboscada.
    Salud,suerte y...una sonrisa

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    1. No te preocupes Reverendo, tengo una bonita pistola calibre 38 y me encanta usarla!
      Además de cerca no soy tan guapa ;)

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  3. Estupendo lo de la pistola.Espero que tengas buena puntería.
    Sobre lo segundo, si volviese a ser joven y no fuese tan tímido te aseguro que estaría encantado de ver de cerca esa preciosa sonrisa que tienes.
    Salud,suerte y...una sonrisa.

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  4. Vaya Pau, qué inquietantes los episodios de los tíos raros. Ten mucho cuidado, aunque veo que tienes afinado el sentido de la supervivencia. Toda precaución es poca y ante la duda... la más tetuda jajaja (no pega nada, pero ya me entiendes; que te des la vuelta a la mínima)
    Un beso de proteccción jajaja.

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  5. Qué envidia me ha dado el caballo!!!
    Qué buena travesía!
    Qué bonito,un beso!

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