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La Travesía

viernes, 26 de octubre de 2012

TRAVESÍA SUPERCONJUNTADA DE PORTUGAL, DECIMOSEXTA PARTE (I)
                   Día 1: Figueira da Foz – Tocha

Nos situamos a finales de agosto, y hago un hueco en mi apretadísima agenda teatral (de que voy a hablar un día) para hacer la decimosexta etapa de SC.

Salgo de Figueira da Foz, y lo primero que hago es descubrir que existen nuevas y maravillosas formas de llevar el equipaje en los viajes:
(No, no soy yo, yo sigo con mi bolsa al hombro, pero esta señora hay que reconocer que es la más estilosa de las dos!)

Salgo de mi hotel bien temprano, mucho antes de que empiezan los desayunos, a las 7.30 de la mañana (no os asustéis, son las 8.30 en España). ¡Desayunaré en cualquier bar en el camino!, pienso, y luego tardo exactamente dos horas en encontrar un bar abierto, mientras paso por cada vez más surrealistas paisajes con tresillos abandonados en la carretera y extrañas obras de ¿arte? colgadas de los árboles, entre otras basuras, y camioneros muy comunicativos, y desayunos nada de nada, mientras lastimosamente echo mano a unas reservas de maltesers comprados en primavera y ahora completamente despachurrados y pegamentificados después del verano sevillano, puuagh, pero mejor que nada. Dos horas, y ¡por fin! veo un bar abierto a la entrada de un pueblo que se llama Cova da Serpe (la Cueva de la Sierpe), ¡qué alegría!
O no sé, porque es el tipo de bar en el que no entrarías nunca, está como hecho de planchas, con alma de uralita, y hay dos tipos sospechosos-albañilísticos parapetados en la puerta que no me inspiran mucha confianza ¡Ah! Pero ya se han largado, han ido allí detrás a seguir trabajando o lo que sea, así que hago de tripas corazón y entro en el bar con alma de uralita.
Pero ahora resulta que los dos tipos raros que había en la puerta eran los encargados del bar, así que ahora no hay nadie. Oh Dios, ¡no voy a desayunar nunca! Me dedico a curiosear por el local,
me gustan las reglas, de oro y básicas, son muy simpáticas, me gusta eso de no hablar alto y no decir palabrotas, va a resultar que el sitio no es tan malo después de todo. A esto aparecen mis salvadores y me puedo pedir un café y algo de lo que tienen (no mucho, algo) para desayunar. El dueño del bar es simpatíquisimo y mis miedos injustificados. ¡Desayunomisión cumplida! Qué alivio. Ahora a conocer la Cueva de la Sierpe…
La Cueva de la Sierpe es un pueblo bien curioso, una casa de cada dos está abandonada (aunque aceptan propuestas, como podéis ver en la foto) (agudeza visual, ¡a la izquierda!),
me da pena que nadie quiera vivir en la Cueva de la Sierpe, es un sitio muy tranquilo y no raro y siniestro, bueno solo un poco.
Salgo de la Cueva y prosigo por carreteras rurales. ¿Alguien ha visto un artilugio de estos alguna vez? Yo desde luego no los he visto en ningún otro sitio, solo aquí. Está diseñado para avisar (creo) si hay viento, y cuánto viento hay. Las palas giran con el aire y mueven unos palitos con bolas a modo de baquetas (que no se ven en la foto, porque van muy rápido), y las baquetas golpean el cacharro de metal y un buen día de viento hacen un ruido de todos los demonios y así saben si hay viento o no los que están dentro de la casa. Y los que están en todas las otras casas también, claro, y los que van por la calle, y a los hiperacúsicos nos sacan de quicio, y nada, me parecen unas maquinitas bien inútiles pero en esta zona de Portugal he visto tres, que seguro que es la punta del iceberg.

Y así unos 8 kilómetros más hasta llegar al hotel en el pueblo de Tocha, ayy, el hotel, ¿qué os puedo decir del hotel?
Pues ya veis, estupendo el hotel…. Luego comí en el Restaurante Arcada, que no me parece el nombre más acertado, pero está justo enfrente del hotel y se llega por el jardín. Otra buena alternativa habría sido el Restaurante Portugal, que tendría un ambiente estupendo a esa hora, no así cuando yo llegué, a la hora de la cena,
No me digáis que no es para tirarse de un puente el ambiente nocturno del Restaurante Portugal. Pero eso no importa porque al ser la única clienta por lo menos nadie te molesta con ruidos, niños u otras jodiendas, y la comida está muy buena y además baratísima, todo lo que puedes comer y beber por 6 euros, me gusta, me gustan los pueblos escondidos en el interior de Portugal, tienen cosas así, y muchas otras, como por ejemplo en este caso una tienda relojera, para arreglar con una pila nueva mi reloj, que se había quedado parado en la Cueva de la Sierpe.

domingo, 21 de octubre de 2012


TRAVESÍA SUPERCONJUNTADA DE PORTUGAL, DECIMOQUINTA PARTE (y V)
                        Día 4: Louriçal - Figueira da Foz, segunda parte

Para entrar en la ciudad de Figueira da Foz se cruza un puente. Pero no es un puente cualquiera.
Es un puente muuuuy alto, muuuy largo y muuuy bonito, se llama Ponte de Edgar Cardoso, es un poco como el puente por donde se entra en Lisboa, o sea por el Puente 25 de Abril, pero con una gran diferencia:
¡¡Que no está prohibido cruzarlo a pie!!
Así que ¡vamos allá! ¡Vamos a cruzarlo a pie! 
4 kilómetros de pura diversión, caminando por los aires y por el suelo al mismo tiempo, viendo estupendas vistas (aunque un tercio de ellos son de una depuradora… de residuos… de… aguas… residuales, bueno, de… mierda, ¿no?) ¡pero son vistas al fin y al cabo!, también se ve la ciudad, y el agua.
Ha sido uno de los mejores días de caminata de toda la travesía hasta aquí,
y la mejor y más espectacular entrada en una ciudad (bueno, rivaliza un poco con el desvío que hice para bailar sola y descalza en las playas de Vila Nova de Milfontes… me quedo con las dos).
 Adoro Figueira da Foz. Adoro el hotel. Pensé que el Palace Monte Real era lo mejor que podía haber, pero el Costa da Prata en Figueira da Foz me ha gustado todavía más, ha sido el mejor hotel de toda la travesía. Es blanco y azul, decorado con cosas que yo compraría para mi propia casa sin duda alguna (si no estuviéramos en crisis), te tumbas en la cama y ves la playa o te levantas y pisas el silencio. Espectacular, el hotel. Nunca he estado tan bien en un hotel. Aquí lo tengo, detrás mía en la foto, bueno, no exactamente, está detrás de la casa que veis, pegado a la casa que veis, de estilo más moderno pero se ve que está en una zona muy emblemática de la ciudad. Y la ciudad… es una ciudad normal, a pesar de su enooorme playa. Hay ambiente normal, no turístico, no es Nazaré, ni en pleno agosto hay ambiente turístico. Adoro Figueira da Foz.
(Voy a hacer unos movimientos por la arena para demostrarlo, ligeramente inspirados en lo que acabo de ver en la tele en el hotel, gimnasia rítmica, los juegos olímpicos). (Adoro los juegos olímpicos.) (Adoro Figueira da Foz.)