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La Travesía

lunes, 24 de septiembre de 2018

SÃO MANÇOS - ÉVORA. DÍA 17 SEVILLA-LISBOA 365 KM

En un día en que el viento hace cosas extrañas con tu pelo,
empecé a caminar con mi alegre chalequito amarillo puesto ahora sí ahora no
y con la meta, Évora, a 17 kilómetros y medio, una estupenda distancia. Llevaba los cascos (sin música) para protegerme los oídos contra el vendaval,
y este extraño atuendo para protegerme de la lluvia, ya que el paraguas no servía de nada por lo del viento. Qué bonito era caminar viendo gotas de lluvia delante de mis ojos, impresas sobre el paisaje, y cómo me entretengo con estas cosas.
La lluvia duró poco y dejó la campiña lavada, saturada, y el cielo con mucha personalidad, las condiciones perfectas para ir fotografiando mi destino cada vez más de cerca.
La verdad es que la llegada a Évora ha sido espectacular.
Y con todos los mapitas volando por la pantalla de mi teléfono móvil (en vez de volando por los aires con el viento) ni siquiera me he perdido al entrar en la ciudad, un avance tecnológico que ni me había imaginado hace tan solo 5 años cuando hice la Travesía Superconjuntada. Por no hablar de poder escuchar toda la música y cotillear con mis amigos por whatsapp y mandarles fotos mientras camino, junto con mi ubicación para que me espíen. Vamos avanzando. Me encanta.
Pues nada, que llegué a Évora…
… y fácilmente conseguí quedar con Pepe en la Praça do Giraldo, donde nos tomamos unas cervezas en el histórico Café Arcada.

Y resulta que en ese café (y es ahora que empezamos a retroceder en el tiempo hasta los años ochenta… redoble de tambores…) se produjo el no-encuentro del siglo. El ¿qué? Pues que un amigo mío de toda la vida también estaba (como supe después) en ese preciso momento en la Praça do Giraldo y también se estaba tomando unas cervezas en el Café Arcada y tuvimos la impresionante puntería de no vernos, no sé cómo. Será porque ellos se quedaron a comer en el Café Arcada y nosotros decidimos renunciar a las arcadas y cambiarnos de bar. Comimos estupendamente (y por lo visto ellos también) pero no llegamos a ver a mi amigo, con el que debimos cruzarnos en algún momento.
Edi es un amigo muy antiguo, prácticamente mi primer amigo en España, nos conocimos en 1983 (aquí salimos en una foto ochentera, ayys qué guapos y modernos somos, lo que llevo en la cabeza es mi pelo, por si estabais dudando). En realidad no se llama así, lo de “Eddy” fue un nombre que le pusimos mi amiga Susana y yo para hacernos las graciosas y ponerle nombre de gángster o mafioso que no le pegaba ni con cola, y con ese nombre se quedó para siempre, para nosotras al menos. Y él simboliza para mí todo lo genial que fue esa época en Salamanca, todo lo que nos reímos, todo lo que vivimos, y ahora le puedo saludar por el Facebook pero me habría gustado encontrarme con él en Évora.
Y bueno, así fuera de contexto y siendo él una persona discreta es posible que yo no le viera a él. Pero me pregunto cómo demonios él no me vio a mí, si estuve media hora subiéndome a cada chirimbolo que encontrara en la plaza y dando gritos y saltos y agitando los brazos para la foto como si hubiera ganado una medalla olímpica. Y no, ni así. Incluso estando acostumbrado a verme subida como una cabra a cualquier estructura en cualquier parte (como se puede apreciar de esta otra foto de época donde salimos los dos)...
Bueno, la próxima vez sí nos veremos ¿no, Ed?


Me quedan ya solo 2 etapas para llegar a Lisboa y la próxima es muy próxima (en cuanto bajemos de estos malditos 38º de calor que tenemos…). De Évora a São Sebastião da Giesteira y de allí a Montemor-o-Novo y luego a Vendas Novas, que entre otras cosas es donde se inventó la bifana :D