Llegué
a Torreira intentando evitar unas extrañas acumulaciones de arena que son la
prueba de algo que ya venía sospechando desde hace tiempo…. que ¡¡debajo de la carretera
está la playa!!
Había
oído que Torreira tenía una playa con mucho colorido y muchos pescadores. Pero nada
más llegar te encuentras con esto:
y
todo en la misma ría, no hace falta ni llegar a la playa. Es una concentración
motera…. pero ¡de barcos!
Y
luego ves unas casas muy particulares, pequeñísimas, enanas, hundidas en el
suelo,
medio
enterradas y sin embargo habitadas, bonitas, pintaditas…
¡Qué
alegría! ¡Me voy a hacer una foto bailando con dos antenas saliéndome de la
cabeza para celebrarlo!
(Y comeeeeer,
y tomarme una cervezaaaaa…..)
Y
mientras tanto, en Torreira, barcos sobre barcos. Justo cuando piensas que los has
visto todos, aparece otra tanda que viene a toda velocidad a añadirse al montón
que ya hay. Los moliceiros veleiros, por ejemplo.
Pero
el resto de Torreira… no era así. Después de una siesta (ah, a que no sabíais
esta fórmula… bueno, no creo que la sepáis, porque me la he inventado yo:
Fórmula
zzz: S(m) = km x 3
Donde
S = siesta, o sea que la siesta que duermes en minutos es igual al número de
kilómetros que has andado multiplicado por tres)
(pero
es verdad)
Pues
eso, después de la siesta convencí a mis piernas a acompañarme a descubrir el
resto de Torreira. Que debía de ser interesantísimo, porque es el pueblo y porque
tiene una magnífica playa que estará a tope de colores y de pescadores. Pues el
resto de Torreira no tenía nada de lo que yo pensaba. Primero eran una burrada
de kilómetros para cruzar todo el pueblo y llegar a la playa, tantos que se me
puso el sol en el camino, y encima todo era feo y sosísimo, y ni un solo barco
(ni color, ni pescador) en la playa, y descubrí que quitando la burbuja de alegría
que es la ría Torreira es un sitio oscurísimo y terrible.
Si
os digo que esta escena de los paños de cocina es la única que me ha inspirado
para hacer una foto… os hacéis una idea. Vale, lo de “oscurísimo y terrible” es
una exageración, pero ha sido mi primera impresión (y probablemente la última, jeje…).
Y
todos esos kilómetros terminaban en una carpa municipal que contenía un conjunto
grunge ensayando decibelios, que me lanzó a una distancia de varias manzanas con
una fuerza de varias bombas de hidrógeno y me quitó totalmente las ganas de
cenar en cualquier sitio que no fuera.... la ría, por lo lejos que estaba. Así
que me fui corriendo (léase arrastrándome, pero un poco más rápido) al hotel,
que tenía restaurante, y allí cené, en la caverna de la tercera edad con una
cerveza caliente y las canciones de Nancy Sinatra en el hilo musical, pero era
un restaurante, pude cenar, estaba salvada.
Pues
nada, he sobrevivido otro durísimo día de la Travesía Superconjuntada.
La
mañana siguiente… (continuará…)
Interesante celebración bailar con dos antenas saliendo de la cabeza!! jajaja
ResponderEliminares maravilloso saber que sigues adelante con tu proyecto conjuntadísimo y algunas fotos son una delicia ¡gracias!
ResponderEliminarHooolaaaa maniastuyas, por supuesto que sigo adelante! Me alegro mucho de verte por aquí. Hay que ver, soy terrible, siempre digo que voy a visitar tu imprescindible blog todos los días y luego no voy. Voy a ponerle remedio ahora mismo. Un MUUAC muy grande!
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